jueves, 7 de junio de 2018

DAVID DE MIGUEL ÁNGEL

Miguel Ángel ya hablaba en sus escritos de la relación íntima que establecía con el mármol desde la cantera, y definía su trabajo como simplemente liberar o hacer salir la forma que ya estaba ahí. Cuatro años se pasó Miguel Ángel esculpiendo la obra. A las pocas semanas de comenzar, el escultor
pidió que levantaran cuatro muros alrededor del bloque, para poder protegerlo de los curiosos. Y claro, la expectación era máxima. Lo que en principio era una escultura religiosa, tomó inmediatamente connotaciones políticas. Los Médicis habían sido expulsados de Florencia y la ciudad se había transformado en una república, por lo que el David fue visto como un símbolo de libertad, una obra de arte que recordaría a los gobernantes que debían proteger a Florencia de la injusticia, como había hecho el rey David. Por supuesto hubo críticos. Sobre todo por la desnudez del joven, pero eran otros tiempos. Hace 500 años había una cierta libertad artística que incluso permitía el desnudo en el arte religioso.

El David de Miguel Ángel es desde entonces el ideal de belleza masculina. Un hombre musculoso, en tensión y preparado para el combate. Su cuerpo está girado con un ligero contraposto, su cabeza mira hacia su izquierda (hacia Roma), con los ojos fijos en su objetivo, con el ceño fruncido. Es increíble que con un cincel, Miguel Ángel consiguiera semejante delicadeza. Ni siquiera hizo modelos de yeso previos a escala real, como hacían otros artistas de la época. Escultóricamente, El David fue una obra
creada para ser contemplada desde distintos puntos de vista, al contrario que la manera medieval, que
diseñaba las esculturas para ser vistas exclusivamente desde el frente.

Destaca el detallismo en los músculos, las venas, las uñas… Sólo le falta hablar. Es un paso adelante de su anterior obra, el Moisés, de tal realismo que cuenta la leyenda que, al acabarlo, el artista golpeó la rodilla derecha de la estatua y le dijo «¿por qué no me hablas?», sintiendo que la única cosa que faltaba por extraer del mármol era la propia vida.

Elena Piqueras, María Ruiz, Pablo Peris, Abel Pérez, Mar Zafrilla. 2º ESO B

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